El portal de su casa queda justo a la mitad de la cuadra así que, viniera yo por donde viniera, desde que girara la esquina hasta llegar hasta ella, recorrería varios metros que estaba convencido de que se me antojarían eternos… Y así fue.
No sé si te ha pasado alguna vez una situación parecida: Ya hay contacto visual pero demasiada distancia para hablarse sin tener que vocear, pero tienes la sensación de que la conversación ya debería haber empezado. Durante todo ese tiempo, se te olvida a andar dignamente y te dedicas a mantenerle la mirada, sonreírle y pensar: “Anda bien, no parezcas ridículo, sonríe y que no se te note nervioso… ¡Coño, que tiene 40 años! Es una mujer que sabe lo que quiere, con experiencia… ¿40 años? No puede ser, no me creo que esta mujer tenga 40 años, seguro que miente en la edad poniéndose más para que sirva de filtro contra niñatos. ¡Joder, joder…! Voy a hacer el primo, no soy suficiente para una mujer así, voy a tener que currármelo se va a decepcionar… bueno, tranquilo, ya voy llegando, coge aire y… – Hola – Sonríe, sonríe, usa la sonrisa que es uno de tus puntos fuertes”.
Y es que esta era la primera vez que quedábamos, apenas habíamos intercambiado unos cuantos mensajes por whatsapp y habíamos quedado con el plan de cenar algo e irnos a bailar un poco de salsa y bachata… pero yo no había tenido en cuenta que, aunque fuera festivo, un lunes previo a martes laboral me sería imposible encontrar dónde podríamos ir a bailar. Pero no iba a perder la oportunidad de quedar y, al fin y al cabo, los dos sabíamos que ero era simplemente una excusa.
Para la cena, en el Born siempre hay ambiente, sitios donde comer algo y algún bar de copas como as en la manga. Una ensalada Caprese y una pizza compartidas mientras charlábamos… bueno, mientras hablaba ella porque yo quedé totalmente anulado dejando en evidencia mi condición de hombre “monotarea”, y es que sólo podía hacer una cosa a la vez: o la escuchaba, o pensaba, o la miraba. En más de una ocasión tuve que pedirle disculpas porque, al írseme los ojos hacia su generosísimo escote, perdía la capacidad de escucharla y seguir la conversación. A ella, lejos de molestarle, le hacía gracia mi simplicidad y aún jugaba más para ponérmelo más difícil.
Aunque haciendo verdaderos esfuerzos para concentrarme, la escuchaba con total devoción y sin querer perderme detalle. Me tenía apasionado, pues me estaba dando la sensación de estar delante de una versión joven de Catherine Millet. (Por si no sabes quién es, se trata de la autora del libro “La vida sexual de Catherine M.” que fue el libro que me empujó a querer experimentar el sexo de una forma liberal.) Todo lo que me estaba contando la mujer que tenía en frente, no dista mucho de las experiencias que había leído en ese libro. Entonces sí que me sentí pequeño, inexperto y completamente sobrepasado por una mujer a la que ya admiraba apenas unas horas después de haberla conocido.
Tuvo que ser ella la que diera el paso besándome por primera vez en toda la noche. Fíjate cómo estaba yo que se me olvidó cómo se besaba y no sabía qué hacer con las manos, cómo tocarla, cómo acariciar ese cuerpo cubierto por un finísimo vestido que permitía sentir la ausencia de ropa interior.
Ahí sí ya tuve que tomar las riendas o corría el peligro de aburrir a mi cita. Ahora que ya estaba prendado de ella, no podía echarlo todo a perder. Tenía que ser original, ocurrente y sorprenderle de alguna manera.-Te dije que íbamos a ir a bailar salsa después de cenar y eso es lo que vamos a hacer.- Nos dirigimos al aparcamiento de la Estación de Francia donde habíamos aparcado mi coche, cuando llegamos a éste, le pedí que no se montara aún, abrí todas las puertas, dí el contacto y enchufé mi móvil a la radio y empezó a sonar la lista de Spotify con la selección de canciones de salsa que había preparado… y bailamos, tal como prometí, una canción de salsa y una de bachata que no llegamos a terminar ya que dejamos de estar interesados en mantenernos vestidos más tiempo.
Me propuso ir a su casa y su cama me pareció el mejor sitio donde terminar una inolvidable noche, la noche en que me enamoré de P.
Sí…fue una noche inolvidable, preludio de otras muchas noches, de grandes emociones y sentimientos.
El amor se forjó en unas pocas horas, seguido de un montón de experiencias sexualmente incomparables.
Bonito encuentro :))