Se dará alguna situación que me disparará alguna alarma. Algo que habrás dicho o hecho, algo que habrás posteado, algún comentario que le habrás escrito a alguien, un juego teóricamente inocente, un atisbo de flirteo, un deseo que habré intuido en ti, algo que querrás hacer con alguien o a alguien. En ese momento será cuando mi parte más emocional se revolucionará, querrá gritar, estallar de rabia… Me asaltarán los miedos y aflorarán mis inseguridades arraigadas en mi más oscura profundidad que desencadenarán esos malditos celos que corroen, que asfixian apretando aquí en el pecho y me pondrán en guardia. El dolor despertará mecanismos de defensa, aparecerá el rencor, la indignación y me sentiré ofendido y víctima de tu egoísmo.
Eso será así, eso será lo que pasará en mí. Lo sé porque me conozco y a lo largo de mis experiencias he tenido que desarrollar un mecanismo de contención para evitar consecuencias catastróficas. Intento evitar caer en la tentación de recriminarte tus acciones, tus deseos o lo que sea que hayas dicho porque sé que después, cuando lo haya procesado, cuando me dé cuenta de que el problema es mío porque ha nacido en mí, de mí y por mí, me arrepentiré de mis reproches. Porque este sentimiento no es fruto de ti sino de mí y este fruto ha nacido podrido.
Para evitar sucumbir a esas emociones arrasando con todo, me retiraré. A lo sumo te comunicaré que estoy en un “momento microondas”* para que entiendas por qué, durante un tiempo, me verás ensimismado, seguramente más serio, menos hablador o divertido de lo habitual. Te lo haré saber para que no te extrañe si de repente te pido que me recuerdes que me amas; o te pido que me refuerces alguna de mis fortalezas para contrarrestar alguna de mis inseguridades; o te pido cuidados para ayudarme en este proceso arduo y doloroso pero necesario. Pero por encima de todo, nunca te lo contaré para que modifiques tu comportamiento, dejes de hacer algo o me ocultes algo que creas que me haría daño. Sólo te pediré que me acompañes, que estés ahí. No te pediré explicaciones ni justificación alguna, sólo amor.
No será hasta que haga el “ting”*, cuando el adulto razonable haya convencido al niño asustado de que no tiene nada que temer y que no hay monstruos debajo de la cama, que te contaré mi gran proeza con orgullo. Puede que te dé más o menos detalles. Quizá omitiré algo por vergüenza de confesar la tontería que me dio miedo; o quizá te lo contaré todo para que veas lo mucho que significas para mí, tanto como para que tiemble todo mi mundo cuando asoma el miedo a perderte, a no ser suficiente para ti o perder tu admiración. Sé que no debería ser, pero siento que tú me das significado y si dejaras de apreciarme, desaparecería.
Por eso, para procesarlo, me retiro. Pero no me alejo, cojo carrerilla para saltar y caer más cerca de ti.
Joderrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr…..me faltan erres finales que no pararían hasta llenar la pantalla y hacerte sentir con ellas lo que me has impactado…juraría que eres Dave…pero tal vez me equivoque y sinceramente me da exactamente igual que lo seas o no…en cualquier caso…¿sabes si hay mujeres afortunadas en este mundo?…madre mía…has hecho una confesión tan tremendamente bonita, sentida, sincera…que yo no sé porqué hostias no se cruzó en mi camino algún hombre así…bueno…no voy a llorar ni a dejarte el comentario hecho un fiasco…no…voy a darte un sentido abrazo…de esos que hacen temblar hasta los huesos (con permiso de usted y de su chica) y a decirte que me has emocionado hasta el tuétano y más allá…y joder…que sigas queriendo tanto…que no restes ni un miligramo mas de ese amor tan grande que sientes…
Un beso….prometo seguir leyéndote….(Valenia Gil)
Me has dejado sin palabras, còmo consigues superar esas emociones tan fuertes? Parece que son mis palabras y pensamientos lo que plasmas por escrito, solamente que yo no consigo eliminar mi miedo a que desaparezca o yo ya no sea importante… Estoy disfrutando muchísimo descubriéndote… Gracias