Abro los ojos, me desperezo, me levanto de la cama, salgo de la habitación y todo sigue igual que lo dejé ayer a las cinco de la tarde. Son las seis de la mañana y estoy plantado en el salón, en silencio, escuchando cómo éste retumba en toda mi casa y me percato que prefiero dormir sólo tres horas contigo que trece sin ti. Aunque al día siguiente me caiga de sueño por los rincones, será mi cuerpo el que se lamentará pero mi alma lo consolará diciéndole que valió la pena.
Y es que ayer dijimos tú y yo que estábamos cansados, que necesitábamos dormir. Decidimos no vernos para aprovechar y descansar…
Mala decisión.
¿Qué insensatez hizo que se nos ocurriera pensar que necesitábamos más dormir que vernos?
Parece que se nos olvidó que nos tenemos ansiedad, cómo follamos como si fuera siempre la última vez que podremos estar juntos; intensamente, profundamente. Nuestros cuerpos vibran sincronizados con asombrosa facilidad, nos acoplamos como si estuviéramos diseñados a propósito para ello.
Tu cuerpo me enciende como ningún otro es capaz de hacer. Me pone tu mirada, tu sonrisa, hasta tu enfado me provoca erecciones. Tus gemidos, tus jadeos, tus muecas de placer, tus movimientos, cómo me clavas las uñas haciéndome notar cómo te estoy llevando al límite entre el placer y el dolor con mis embestidas. Haces emerger mi animal, mi fuerza y mi brutalidad además de mi ternura, mi suavidad y mi calma. Sacas todo de mí porque soy completamente tuyo.
Ya te dije una vez a través de la distancia y el tiempo justamente eso:
“Soy tan tuyo…”
Y ni siquiera yo era aún del todo consciente de cuánto.
Me siento totalmente identificada con esto. Soy de las personas que cuando quieren estar con alguien, merece la pena todo esfuerzo que tenga que realizar. Y creo que también forma parte de tener este tipo de relaciones tan libres y respetuosas; esa ilusión, esas ganas de estar…
A veces me pregunto… qué busco? Qué quiero en mi vida? Quizás sea poliamorosa porque siempre he sido sexualmente muy activa, pasional y cariñosa… sintiendo la necesidad de compartir algo más que un simple polvo. Siempre me ha resultado complicado frenarme cuándo me invadía el deseo por alguien que no fuese mi pareja, pero también me doy cuenta de que quiero un compañero de vida, alguien con quien poder ser libre, amarnos tal cual somos y cuidarnos mutuamente… Y yo pensaba que este tipo de relaciones poliamorosas tan libres y tan respetuosas no existía así y se me abre un mundo totalmente nuevo y excitante para mí. Y doy las gracias al universo porque he tenido mucha suerte de haberos encontrado en mi camino y me doy cuenta de todo lo que me queda por aprender y sobre todo, de las ganas que tengo!
Yo soy de la opinión de que merece la pena el esfuerzo aunque sea cinco minutos, a veces, simplemente dormir es maravilloso, descansar al lado de esa persona, aunque haya más que él o ella, pero que prefieras estar a su lado en ese momento, eso es especial… El poliamor es querer a varias personas, pero qué ocurre cuando decides dedicar esos cinco minutos aún por encima de las otras personas?
Cuando encajas con alguien, es difícil separarse!! Puedo entender a tu alma, pero también entiendo el cansancio de tu cuerpo, el que te hace tomar esa absurda decisión, de separaros temporal y necesariamente.