No te conozco de nada y sigo sin saber de ti más que tu capacidad infinita de amar, porque lo veo. Veo cómo eres capaz de superar tu pánico a volar por atender a tu hijo de apenas dos años que ahora duerme bajo tu atenta mirada. Yo no puedo dejar de observarte y vivir, desde donde estoy, este cariño como si fuera mi piel la que acaricias con tal suavidad.
Antes te he cogido la mano, sí, ha sido algo espontaneo, supongo que me has contagiado de este instinto de protección que me ha empujado a intentar paliar esos miedos que veía en tu rostro. Ha sido totalmente altruista, sólo quería poder transmitir mi calma, por ti, pero tengo que confesar que ahora mismo lo volvería a hacer, aunque esta vez sería por razones mucho más egoístas: para volver a sentir tu tacto, para volver a sentirme vinculado contigo, completa desconocida, unos segundos más; volver a verte mirarme a los ojos y sonreírme agradecida…
Esa sonrisa que ahora besaría, porque sí, porque me apetece aislarme del mundo y desaparecer, por unos instantes, contigo.
Hasta tu respiración me parece erótica cuando inspiras profundamente y tu pecho se llena de aire haciéndolo crecer, no puedo evitar mirarte, desearte. Mis manos quieren salir a buscarte para palpar esos huecos que se crean entre tu cuello y tus clavículas… Es que tengo debilidad por los cuellos y tu pelo recogido me invita a acercarme para olerlo, rozarlo y besarlo hasta un suspiro tuyo.
Nos acercamos a Valladolid, el destino de este vuelo, donde seguirás con el resto de tu vida en la cual seguramente no volveré a cruzarme. Acaban de anunciar que llegaremos en veinte minutos que son los que tengo para acabar de decidir si arranco estas páginas de la libreta y te las doy como regalo de este completo desconocido que se ha permitido el atrevimiento de amarte en tu más absoluta ignorancia de ello.
Creo que acabo de decidir que en unos minutos moriré de vergüenza dándote este manuscrito lleno de tachones, faltas de ortografía e ilegible letra. Este chico al que le has dado las gracias hace un momento, te las da a ti por aceptar estas palabras, leerlas y disfrutarlas tanto como las ha disfrutado escribiéndolas.
Estas palabras las has inspirado tú, ergo son tuyas, sólo me las has prestado un momento.
Gracias por esas líneas que me pillaron por sorpresa y mil gracias por esa mano que apareció de la nada, en ese momento fue como un salvavidas que me ayudo a superar ese momento de pánico absoluto, de nuevo muchas gracias!
Atentamente: La chica del avión.
La chica del avión sigue recordándote