Nacido a principios de la década de los ochenta y hijo de dos maravillosos seres humanos, el amor de los cuales sentó las bases de la persona en la que he llegado a convertirme.
Helena, Adela, Vanesa, Marga, Meritxell, Sandra, Eva, Catherine, Carla, Lidia, Paula, Sara, Olga, Sandra, Ana…
… son los nombres de mujeres que como cinceles, de algún modo u otro, moldearon mis principios, mis valores, mis convicciones y rompieron mis zonas de confort haciéndome replantear aquello que daba por sentado… y sigo replanteándomelo todo.
De monógamo frustrado a swinger, liberal y finalmente poliamoroso sería una manera de resumir mi evolución en el mundo de las relaciones sexo-afectivas.