Ayer jueves, quedé con Ayz para conocernos.
Habíamos acordado encontrarnos en la entrada del centro comercial Las Arenas a las siete de la tarde. Llegué unos minutos antes de la hora acordada y la estuve esperando, como habíamos hecho Match en Tinder, pero las fotos de su perfil no mostraban claramente su rostro por lo que iba sin saber exactamente a quién debía reconocer entre la multitud. Yo, con mis tejanos y camisa arremangada, mochila en mano, estaba listo para descubrir qué depararía la velada. Nervioso no, pero sí con ganas de conocerla después de haber estado una semana esperando la fecha.
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